¿Se esperará algún comensal a un falso camarero infiltrado? ¿Podría imaginar el novio que una embarazada se presentaría reclamándole a su hijo el día de su boda? ¿Le gustaría disfrutar de un romance entre dos de los músicos de la orquesta? Un fotógrafo chiflado, el torpe del pueblo, un ligón irremediable, una mentirosa compulsiva…

Sí aún no te has encontrado en una de estas situaciones, es porque no has asistido a un evento con un actor o actriz infiltrada. Te aseguro que es algo realmente divertido y por mi propia experiencia como actriz puedo contarte varios secretos del oficio.

Cuando empecé a trabajar en este campo de la interpretación me di cuenta de que tenía que controlar la improvisación para no caer en la tentación de reír sin parar cuando un comensal me pedía una toallita de limón y yo le llevaba un plato con una toallita húmeda plegada de forma exquisita, acompañada de un limón y un cuchillo sin sierra, es decir, que aunque hubiera querido, no hubiera podido partir el limón.

Al finalizar la actuación siempre realizaba juegos de despedida como un pasapalabra gigante que personalizaba según el tipo de evento al que acudía.